Sonidos del más a-Jazz

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Location: Cagua, Aragua, Venezuela

Friday, March 17, 2006

Sarah Vaughan “La Divina”


Por: José Antonio Orellán

Sarah Vaughan, quien por sus extraordinarias condiciones vocales, pasión y glamorosa escena, fue consagrada por crítica y público como “La Divina”.
Sarah Lois Vaughan nació en humilde cuna el 27 de Marzo de 1924, en Newark, New Jersey. Sus influencias musicales las recibe en su hogar, ya que su padre, de oficio carpintero, era guitarrista aficionado, mientras que su madre formaba parte del coro de la iglesia de la localidad. A los siete años de edad comenzó a tomar lecciones de piano, de modo que a sus quince ya es una hábil tecladista.
En 1942, motivada por sus condiciones y alentada por sus allegados, se inscribe en un concurso de talentos que se organizaba en el Teatro Apollo de Harlem, donde obtiene el primer lugar y la oportunidad de unirse a la banda de Earl "Fatha" Hines, en la que participaban el destacado cantante Billie Eckstine y los modernistas músicos Charlie Parker y Dizzy Gillespie. No cabe duda de que ésta fue su primera gran experiencia. Desafortunadamente,una controversia entre el sindicato de músicos y las casas disqueras devino en huelga, impidiendo que dicho encuentro pudiera ser registrado en grabaciones. En 1943 Eckstine decide abrirse paso con su propia Big Band. Gillespie y Parker le siguen, y Vaughan no se queda atrás, por lo que comparte además con otro grupo de futuras estrellas del Jazz: Dexter Gordon, Kenny Dorham, Miles Davis y Art Blakey. Vaughan es profundamente influenciada por estos cultores del naciente Bebop,de allí que comience a incorporar el fraseo de dicho estilo en su interpretación, creando su propio sello interpretativo. Finalmente hace su debut discográfico con esta "super-banda".
Llega el año 1946 y con él los deseos de darle un giro a su carrera artística. Vaughan se lanza como solista y en en breve tiempo gana la aceptación en su nueva faceta. A finales de 1947 su versión de “Tenderly” se ubicó entre las favoritas de la audiencia norteamericana. Luego llegarían otros éxitos como “A Night in Tunisia”, “It’s Magic”, “If you Could See Me Now”, “April in Paris”, “Lullaby of Birdland”, y muy especialmente "Misty", la cual se convirtió en su carta de presentación. Con su fraseo orientado al Bebop y un halo de extravaganza, "La Divina" mostró su gran madurez interpretativa.
Vaughn graba luego con el sello Columbia (1949 - 1953), ampliando su repertorio con baladas y algo de pop, consolidando su popularidad. Al participar en una sesión de grabaciones con el grupo de Jimmy Jones (1950), muestra al mundo que no estaba dispuesta a abandonar sus orígenes del Jazz, al tiempo que se reafirma como una de las mejores vocalistas del género.
Activa hasta el primer lustro de los ochenta,Vaughn hace incontables giras, y graba para diversos sellos un repertorio bastante variado, donde participan notables músicos como J.J Johnson, Zoot Sims, Herbie Hancock, Clifford Brown, Oscar Peterson y Ron Carter. Su repertorio de canciones de Duke Ellington (“The Duke Ellington’s Song Book”) es considerado una joya discográfica, mientras que su disco “Gershwin Live”, en homenaje al compositor George Gershwin, es grabado con el respaldo de la Orquesta Filarmónica de Los Angeles (1982), y le vale un premio Grammy como la mejor cantante de Jazz.
Junto a Billie Holiday y Ella Fitzgerald, Sarah Vaughan conforma el trío de vocalistas femeninas más importante en la Historia del Jazz. La crítica especializada así lo reconoce y su amplia gama de seguidores lo confirma. Una cantante de amplio registro, perfecto dominio del vibrato, su habilidad para manejar el micrófono, amén de su exquisito estilo, le posicionaron como una de las indiscutidas reinas del triunvirato que copó la escena jazzística en el Siglo XX.
Un cáncer pulmonar extinguió su vida el 3 de Abril de 1990 en Los Angeles, California, justo una semana después de haber cumplido sus 66 años. Aunque los caminos del jazz siguen intactos, gracias a la brillante luz de “La Divina”, Sarah Vaughn.

Graciela Naranjo “Señora Bolero”


Por: José Antonio Orellán
¿Quién no ha disfrutado de un bolero?, tal vez frente a una copa, en medio de bocanadas de humo y un ambiente de luz tenue, o quizás como excusa para estrechar en tierno abrazo a su alma gemela, mientras danza armoniosamente.
El Bolero, hermano menor del Son, fiel compañero de amores y desamores. “Pepe” Sánchez, jamás imaginó que aquel primer bolero compuesto por él hace mas de un siglo, trascendería para reclamar su tiempo y espacio en la inmensa geografía musical caribeña y ganar además, fieles seguidores en los más recónditos lugares del planeta.
Un género que en principio parecía predestinado para la interpretación masculina con la mujer como musa inspiradora, mas tarde encontraría en éstas, el toque preciosista y seductor que requería su interpretación. La primera venezolana en adoptar para sí al Bolero fue, Graciela Naranjo.
Graciela Naranjo nace en Maiquetía, hoy estado Vargas, el 25 de Diciembre de 1916 y Dios le dotó con una voz prodigiosa para el canto, y un temple de acero que le llevó a abrirse paso en un competido y exigente Universo musical, circunscrito en una sociedad machista.
Debutó a la tierna edad de 15 años y se convirtió en ficha exclusiva de la Broadcasting Caracas (actual RCR), emisora pionera de la radiodifusión en Venezuela, tiempos en que las transmisiones se realizaban en directo..
Graciela, contralto por naturaleza, voz de suave arrullo, de mágica dulzura para la interpretación, artista que describe y transmite en sus cantos cada escena vivida en la canción. Graciela Naranjo cantó bajo la dirección de los más reputados directores venezolanos del Siglo XX, entre ellos Billo Frómeta, Luis Alfonzo-Larrain, Chucho Sanoja, Eduardo Serrano, Jesús Pallás, Rafael Minaya y Evencio Castellanos. Sus instrumentistas, fueron músicos como Alirio Díaz, Aldemaro Romero y Lorenzo Rubalcaba. Graciel Naranjo participó con la Orquesta Anacaona; también alternó con Carlos Gardel, el Trío Matamoros, Pedro Vargas, Celia Cruz, Bobby Capó, y La Vieja Trova Santiaguera, entre otros.
Para que no queden dudas de las dimensiones su trayectoria, citamos las declaraciones del maestro Agustín Lara en entrevista concedida a revista cubana:
Aunque muchos interpretes me hacen el honor de interpretar mis canciones, para mí los más completos son: en el sexo feo, Pedro Vargas y Chucho Martínez Gil, y en el sexo femenino Toña La Negra, Ana María Fernández, Elvira Ríos y Graciela Naranjo. Esta última venezolana, me satisface de manera incomparable”.

El cine también le coqueteó a esta Diva, y así, pudo ser apreciada durante la época dorada del cine Latinoamericano en películas como: “Romance Aragueño” (1939), “Misión Atómica” (1947), junto a Amador Bendayán y el “Tenor favorito de Venezuela”, Alfredo Sadel. También actuó en “A la Habana me voy” (1949), al lado de Blanquita Amaro y nuevamente, Sadel. Participó además, en cortometrajes musicales producidos por el más importante estudio de grabación venezolano, Bolívar Films (Memoria fílmica de la historia contemporánea venezolana).
Graciela, también ha sido pionera de la televisión venezolana, contó con su propio programa: “Contraste Musical”, en Televisa (hoy día Venevisión). Por razones personales, en el año 1961, anunció su prematuro retiro en el Show del prestigioso y siempre recordado animador de la TV de Venezuela, Renny Ottolina.
En el año 1995, Graciela Naranjo retorna a los estudios de grabación de la mano de su hijo, el maestro Alberto Naranjo, así surgió “Los Cantos del Corazón”, en el que rinde tributo a la historia viva de la radio, el cine y la televisión de su país.
En el año 1998, una vez mas, Graciela Naranjo se atrevió a embriagarnos de nostalgia a través del CD: “El Legado”, esta vez con el bolerista, “Rafa” Galindo. Esta unión dio pie, a la producción de una serie de presentaciones en la que este par de veteranos músicos desplegaron su entusiasmo y condiciones, entre ellos cabe destacar: Tropicalía Caraqueña, en la sala de conciertos Corp Group, en Caracas y el Festival Boleros del Mar en Valencia en Noviembre del 2000.
Fue aquel Miércoles Santo 11 de Abril de 2001, al acercarse el alba, mientras la feligresía caraqueña se aprestaba para acompañar al santo de su devoción, el "Nazareno de San Pablo"; que el Señor decidió que era hora de incorporar un ángel a su coro celestial... Y penetró sigilosamente en la habitación de Graciela, llevándola consigo... Dejándonos una profunda tristeza por su ausencia física, pero una hermosa herencia a través de sus grabaciones, anécdotas y recuerdos.
Cuando se escriban las páginas del aporte venezolano a nuestra herencia musical latinoamericana, Graciela Naranjo “Señora Bolero”, es y será, la primera referencia a mencionar; sus interpretaciones así como enamoraron a nuestros padres, perdurarán en el tiempo de manera indeleble, enamorando a nuestra generación y las generaciones por venir, con su seductora voz, envolviéndonos con esa suerte de magia que hechiza a los enamorados, transformando sueños en esperanzas.

Dizzy Gillespie


Por: José Antonio Orellán



Dizzy Gillespie es una de las figuras principales de la historia del Jazz. Además de sus contribuciones como instrumentista en la era del Swing, a Gillespie se le reconoce junto a Charlie Parker, Thelonious Monk y Kenny Clark, como los arquitectos del Be Bop; de igual manera hay que otorgarle el crédito junto a Gil Fuller, Chano Pozo y Mario Bauzá, como los padres del Afro Cuban Jazz.
John Birks Gillespie, nace en humilde cuna el 21 de Octubre de 1917, en Cheraw, Carolina del Sur. A los nueve años de edad se acerca a la música por intermedio del trombón de vara, el cual comienza a estudiar de manera autodidacta; sin embargo a los doce se decide por la trompeta.
Para 1935 Gillespie abandona la escuela con la convicción de convertirse en músico, encontrando su primera influencia en Roy Eldridge, a quien irónicamente, más tarde debió sustituir en la orquesta de Teddy Hill (1937). Con esta orquesta, Gillespie hace su primera grabación, “King Porter Stomp” (Jelly Roll Morton) y es con ellos con quienes viaja por primera vez a Europa. A su regreso se incorpora a la orquesta de Cab Calloway (1939-1941); durante este tiempo graba algunos discos con pequeños solos, que le hacen destacar y le comienzan a deslastrar de la sombra de su ídolo, Calloway no los comprende, razón por la que comienzan roces personales que finalizan con la abrupta salida de Gillespie de la agrupación.
Gillespie inicia desde 1941 a 1943, una peregrinación por diversas agrupaciones, entre las que destacan las conducidas por Ella Fitzgerald, Coleman Hawkins, Benny Carter, Charlie Barnett y Duke Ellington, entre otras. Paralelamente contribuye con arreglos para Benny Carter, Jimmy Dorsey y Woody Herman. A finales de 1942 trabaja en la Big Band de Earl “Fatha” Hines, un pianista con conceptos de avanzada, allí coincide con Charlie Parker; y es aquí donde se comienza a gestar el Be Bop. Para entonces Gillespie compone “A Night in Tunisia”, tema que a la postre pasaría a engrosar el repertorio de Jazz Standard.
Gillespie deja en 1943 la orquesta de Hines, atendiendo la invitación del vocalista de la orquesta Billy Eckstine, quien había decidido formar una nueva big band, contando también con Charlie Parker y la talentosa Sarah Vaughan. Esta nueva agrupación de efímera vigencia y considerada un auténtico all stars, terminó de fundar las bases del Bop.
Para 1945 se da el gran encuentro entre Gillespie y Parker en un estudio de grabación, ambos con ideas maduras y complementarias, y con algunos intercambios previos a través de jam sessions en el Club Minton’s, registran piezas como "Salt Peanuts", "Shaw Nuff", "Groovin' High," y "Hot House"; los cuales toman por desprevenidos a los cultores del swing, quienes estaban habituados a la música para el baile, y ahora se encontraban con un nuevo estilo que introducía movimientos rápidos que requerían de una virtuosa ejecución. Pronto saldrían al paso detractores del Be Bop, pero la audiencia finalizó dando la razón a los músicos que hacían estas propuestas dirigidas más al intelecto que al baile.
Gillespie continúa explorando sonoridades y para 1947 muestra interés por los ritmos caribeños, lo cual le comunica a Mario Bauzá, a quien había conocido en los días de la orquesta de Calloway, Bauzá le presenta con Chano Pozo, conguero que recién arribaba de Cuba. Gillespie se une a Pozo y Gil Fuller y componen “Manteca”, luego vendrían “Cubana Be/Cuban Bop” y “Tin Tin Deo”, temas con una base jazzística fusionados con la poliritmia de la percusión afrocubana, dando así luz al Afro-Cuban Jazz.
A pesar de los éxitos alcanzados, Gillespie debe desarticular la orquesta a principio de los cincuenta, sin embargo se mantuvo haciendo presentaciones eventuales junto a Parker, e incluso se unió al tour de estrellas del “Jazz At The Philarmonic” (JATP), donde tuvo la oportunidad de “enfrentar” a su admirado Eldridge. En 1956 el Departamento de Estado de EEUU, le autoriza a conformar una Big Band bajo su patrocinio, allí reunió a un grupo talentos como Quncy Jones, Benny Golson, y Lee Morgan, recorriendo por dos años Europa y Sur América.
Una vez disuelta la orquesta, continúa trabajando con formatos pequeños, disfrutando de su popularidad, incluso estela rizando en festivales de jazz. A finales de los 70 realizó algunas presentaciones con los “Gigantes del Jazz”, agrupación que conformara junto a íconos como Art Blakey, Thelonious Monk, Sonny Stitt y Al McKibbon, llegando a grabar dos discos para el sello Mecury.
Gillespie se mantuvo activo hasta 1992, compartiéndose en sus labores docentes y con apariciones menos frecuentes como trompetista. Gillespie lideró por un par de años la Orquesta de las Naciones Unidas, proyecto en el que le acompañaran músicos como Paquito D’Rivera, Arturo Sandoval, Claudio Roditti, Steve Turre, Airto Moreira, Danilo Pérez y la vocalista Flora Purim.
El cuerpo cansado de Gillespie cedió a complicaciones acarreadas por diabetes el 6 de Enero de 1993, en Englewood, New Jersey. Su simpática sonrisa, sus mejillas infladas, sus extravagantes gorros y su curva trompeta, junto a su rico legado musical vivirán por siempre entre nuestros más preciados recuerdos.

Víctor Piñero El Rey del Merecumbé


Por: José Antonio Orellán
Víctor Piñero, quien en el seno familiar apodarían cariñosamente como "el Negro Víctor" y a quien la posteridad le reservó el merecido título nobiliario de "Rey del Merecumbé", nace 10 de Mayo de 1923 en Caracas. Desde temprana edad mostró interés por la música, de hecho, ya a los doce años daba sus pininos con una pequeña agrupación conformada con adolescentes de su barriada.
El hallazgo de Piñero, se atribuye a Leonardo Pedroza, director de la orquesta Leonard Melody, quien para el momento dirigía la orquesta del programa radial “Cada minuto una estrella”, que se transmitía Radio Libertador. Para el año 1944 pasó a formar filas en la orquesta de Mañito por un breve lapso, para luego incorporarse a la orquesta de Pedroza, pasando luego a la orquesta de Los Hermanos Belisario, donde se terminó de “pulir” como guarachero estrella y graba sus primeros éxitos. Por desavenencias, la orquesta se disuelve y uno de los hermanos Belisario, Pedro J., decide armar su propia orquesta con el “negro Víctor” como figura principal, logrando un éxito sin precedentes.
Víctor Piñero es reclamado desde La Habana para grabar con la “Sonora Matancera”, agrupación en la que además transitaron algunos de los más importantes cantantes latinoamericanos. Temas como “No quiero nada con su mujer”, “Maquinolandera”, “Puente sobre el Lago”, entre otros se comienzan a escuchar con insistencia en las estaciones latinoamericanas, convirtiéndose en un verdadero suceso.
Piñero regresa a Venezuela, se incorpora a la Orquesta “Los Peniques”, agrupación que para entonces gozaba de aceptación en las preferencias, sin embargo otra sorpresa le esperaba, pues desde Colombia es convocado por Pacho Galán para que preste su voz para proyectar un nuevo ritmo en ciernes: “El Merecumbé”. De este contagioso ritmo, mezcla de Merengue y Cumbia, nacido de las costas del Atlántico colombiano, Víctor Piñero le adopta para sí, imprimiéndole su particular estilo, que pronto le harían ganar en buena lid el título de “Rey del Merecumbé”.
Luego de sus pasantías por la hermana República, Piñero vuelve a la patria y se incorpora a la orquesta del maestro Chucho Sanoja, sin embargo, su espíritu aventurero y su prestigio como guarachero le llevan a República Dominicana invitado por la orquesta “Angelita”, en la cual hace una breve pasantía. Regresa una vez mas a su país y se une a la Sonora Caracas, pero su alma de trotamundo le conduce a Puerto Rico, para unirse al Combo de Rafael Cortijo. Otra breve pasantía y vuelve a sus raíces. Una vez en Caracas, se encuentra con Arnaldo Belisario, para quien graba algunos temas y luego se asimila a las filas de La Tremenda de Alberto Muñoz.
El 15 de Julio de 1958, Piñero es convocado por Renato Capriles, hasta entonces publicista y admirador confeso de la trayectoria del maestro Billo quien había decidido fundar su propia orquesta, la cual por sugerencia del propio Billo bautizó como “Los Melódicos”. La orquesta nace con el slogan de “La orquesta que impone el ritmo en Venezuela”. Con esta orquesta vive dos etapas, la primera en la que con su imagen le ayuda a posicionarse en el mercado musical venezolano y una segunda en la que contribuye al afianzamiento definitivo.
Piñero, maduro como músico, hace realidad uno de sus anhelos: tener su propia orquesta, funda la agrupación “Víctor Piñero y sus Caribes”, la cual mantuvo por un breve tiempo. Una vez disuelta la orquesta, pasa a formar parte de “El Combo Gigante de Emilita”, agrupación de la cubana Emilita Dago, muy vinculada a Renato Capriles y por ende a “Los Melódicos”. Emilita se marchó dejándole la responsabilidad de la agrupación a Piñero, quien no mucho tiempo después se reincorporó a “Los Melódicos”.
Las circunstancias no permitierion que Piñero trabajara con la orquesta más popular de Venezuela, “Billos Caracas Boys”. Sin embargo, el destino se encargó de unirlo al maestro Billo Frómeta. El hecho se registró durante el veto que le fuera impuesto al Maestro, por la Asociación musical del Distrito Federal y Estado Miranda. Corría el año de 1958, y el sello Venevox le extiende una invitación a Billo para que realice en La Habana grabaciones para interpretes populares venezolanos: Adilia Castillo, Mario Suarez y Víctor Piñero.
El 4 de Enero de 1975, el Hotel Tamanaco de Caracas se engalanaba con la presencia de “Los Melódicos” y sus cantantes: Manolo Monterrey y Víctor Piñero “El Rey del Merecumbé”. Piñero inicia el set con el tema Las Pilanderas, súbitamente, sintió un intenso dolor en el pecho y se desplomó. Todo fue confusión, sin embargo la triste noticia no se hizo esperar. Un infarto fulminante cegaría la vida al Rey del Mercumbé. Con Víctor Piñero, se extingue quizás, el mejor guarachero nacido en Venezuela.

Henry Mancini


Por: José Antonio Orellán

En el 2004 se conmemoran cuatro décadas de la premier del filme “La Pantera Rosa”, que protagonizara Peter Sellers; años más tarde aparecería la serie de dibujos animados para TV, caracterizada por una simpático personaje de delgada contextura y enigmático color; la trama en ambos casos, es respaldada por un fondo musical que ha sido reconocido por la crítica especializada. El genio creador de la música incidental y banda sonora es Henry Mancini, una de las figuras más influyentes en la industria cinematográfica, cuya reputación está respaldada por cuatro premios Oscars de la academia y veinte Grammys.
De padres inmigrantes italianos, Henry Mancini nació el 16 de Abril de 1924, en Cleveland, Ohio y fue presentado como Enrico Nicola Mancini. Desde niño estuvo expuesto a la música por intermedio de su padre quien le enseño a tocar el piccolo, luego comenzó a tomar lecciones de piano y flauta, y de manera autodidacta se inicia en la composición y orquestación, inspirado en el jazz y la sonoridad de las Big Bands. En cierta ocasión el joven músico, se aventuró a enviar algunos de sus arreglos al ya famoso director de orquesta Benny Goodman, quien presagió su talento y le respondió una carta en la que le estimulaba a perseverar hasta cristalizar su carrera musical. Cerca de alcanzar la mayoría de edad, formaliza sus estudios al ingresar a la escuela de música Julliard en Nueva York.
En el año 1942 estalla la II Guerra Mundial y el joven Mancini es reclutado por la Fuerza Aérea donde le asignan a la banda militar, dirigida por Norman Leyden. Una vez finalizado el conflicto, regresa a la Gran Manzana, y por recomendación de Leyden, es contratado como pianista y arreglista de la Orquesta de Glenn Miller, quien por cierto había desaparecido en la guerra, y la banda se había reorganizado con el liderazgo de Tex Beneke. A finales de los años 40, comienza a desarrollar su carrera como escritor de música para estudios cinematográficos, así como también dirige su primera sesión de grabación para la agrupación vocal Mel-Tones, de Mel Tormé, en la que también estelarizaba su esposa Ginny O’Connor.
En 1952 trabaja en la música para la película “Perdidos en Alaska”, que protagonizara la simpática pareja de comediantes Abott y Costello, luego vinieron “La Historia de Glenn Miller” (1954) y “La Historia de Benny Goodman” (1956), en los que se reencuentra con sus raíces del Big Band.
Pronto se convierte en un cotizado orquestador para cine y TV, desarrollando una prolífica carrera en la que supo alternar entre el jazz y los espacios dramáticos de Hollywood, y que le llevaron a componer música para más de 70 películas. El primer proyecto en el que desarrolla desde la banda sonora hasta la música incidental fue “El Hombre Atemorizado” (1957, Keller), para el siguiente año lidera los proyectos “El Toque Satánico”, de Orson Wells, y la serie detectivesca “Peter Gunn”. Su Primer álbum de jazz fue “La Música de Peter Gunn”, con la que vendió más de un millón de copias y le hizo acreedor de dos premios Grammys en los renglones de Mejor Arreglo y Album del Año.
Los años 60 fueron de intensa actividad y afianzamiento en un privilegiado lugar entre los arreglistas de música para la industria fílmica. En 1961 orquesta la sofisticada comedia “Desayuno en Tiffany”, que incluía la clásica balada “Moon River”, con líricas de Johnny Mercer, ganando dos Oscars y cinco Grammys. Al año siguiente, escribe la música para “Días de Vino y Rosas”, que incluía la banda sonora homónima al filme y el tema “Dear Heart”, con este trabajo logra un Oscar y dos Grammys.
En 1964 se involucra en el filme “La Pantera Rosa” (1964, Edwards), entretenida comedia estelarizada por Peter Sellers para la que escribe la música, y por la que se le confieren tres Grammys. A estos éxitos se unen sus trabajos para las películas “Hatari!”, (1962, Hawks) con John Wayne (un Grammy); el musical “Victor/ Victoria” (1982, Edwards) protagonizada por Julie Andrews (un Oscar); a lo que hay que agregar sus aportes a “Dos para el Camino” (1967, Donen) con Audrey Hepburn y “10” (1979, Edwards) con la sensual Bo Derek.
Sus temas para la TV incluyen además de “Peter Gunn”, “Mr. Lucky” (dos Grammys), “Remington Steele” y la famosa mini serie “El Pájaro Espino”.
El 14 de Junio de 1994, en Los Ángeles, California, a la edad de 70 años, Henry Mancini decidió cruzar la barrera de la inmortalidad, dejando un rico legado en sus composiciones y arreglos, y su profunda influencia en la industria cinematográfica. En 1997, en su memoria se creó el Henry Mancini Institue, organización sin fines de lucro que provee entrenamiento a los músicos emergentes. En ocasión de conmemorarse el octogésimo aniversario de su nacimiento, el servicio postal norteamericano liberó un sello postal en su honor, en el que destacan además de su figura como director de orquesta, los títulos de algunas de sus célebres obras, una representación de su fiel audiencia de cinéfilos y la ya legendaria Pantera Rosa.

Hasta entonces Mr. Jacquet


Por: José Antonio Orellán

Un imprevisto viaje a la Ciudad de los Rascacielos coincide con los servicios funerales de Illinois Jacquet, el legendario saxofonista que nos dejara el pasado 22 de Julio de 2004. Una vez culminada la apretada agenda de trabajo, decido acercarme a la capilla velatoria para rendir mi homenaje póstumo a una de las figuras importantes de la historia del jazz.
Al llegar a la puerta de la funeraria siento dudas, por una parte porque seguro encontraré a personalidades conocidas para mí, para quienes soy un perfecto desconocido. Por otra parte, no estoy seguro si mi indumentaria es la más apropiada para el caso. Por un instante me siento petrificado; sin embargo una fuerza superior me induce a entrar. Lo primero que hago es revisar el libro de visitas y las notas de condolencia, aprecio nombres conocidos: músicos, actores, políticos y poetas.
Una vez dentro, me llevo una impresión distinta a la que esperaba, no hay lágrimas, ni rostros tristes, aquello parece una auténtica fiesta, todos conversan de manera amena, algunos recuerdan las jocosidades de Jacquet, como aquella que refería que prefería vivir modestamente en Queens que en Manhattan, donde el costo de estacionar su auto era superior al de la renta de su apartamento.
Mientras me desplazaba por el salón, asiento con la cabeza saludando a quienes encuentro a mi paso, obteniendo igual respuesta; merodeo entre los grupos, fisgoneo, escucho atentamente tratando de pescar el más mínimo comentario. De una de estas tertulias, logro distinguir al trompetista Wynton Marsallis, catedrático al fin explica con lujos de detalles en que consiste la técnica del Screaming, desarrollada por Jacquet. Impresionado continúo deambulando, y repentinamente me topo con el ex-presidente Bill Clinton, sin guardaespaldas, sonriente, como un miembro más de la familia – porque el ambiente es realmente familiar-, quien evoca con afecto su participación como saxofonista junto a Jacquet en la Casa Blanca en Enero de 1993, y no solo eso, además recuerda que Jacquet de igual manera tocó para los presidentes Jimmy Carter y Ronald Reagan.
Observo con detenimiento cada detalle de la modesta capilla, cruzo la mirada y veo al saxofonista boricua David Sánchez, quien departe cortésmente con otros colegas, su charla gira en torno a las participaciones de Jacquet en el cine y muy especialmente en el filme Jammin’ The Blues, con Billie Holiday y Lester Young.
El cine y la música, una combinación fascinante que me traslada mentalmente de regreso a Venezuela, y recuerdo a mi mentor, el maestro Alberto Naranjo, hombre que disfruta intensamente de ambas artes, y lo ubico, pues fue él quien colocó en mis manos los discos de JATP (Jazz At The Philarmonic), y me habló con tanto entusiasmo de estas legendarias sesiones grabadas a mediados de los cuarenta en el Philarmonic Auditorium de Los Ángeles y en las que participara Illinois Jacquet junto a los famosos tenoristas Coleman Hawkins y Lester Young; un auténtico tesoro y una introducción con pie firme al fascinante mundo de la música, lo cual por siempre agradeceré.
Una vez junto al féretro, cierro mis ojos y ubico en mi mente el sonido del saxo de Jacquet, primero en el profundo y extenso solo de Flying Home (1942), que realizara con la orquesta de Lionel Hampton, y el que algunos críticos colocan a la par de los realizados por Louis Armstrong en West End Blues (1928) y Coleman Hawkins en Body and Soul (1939); luego pasan algunas notas extraviadas de los sus composiciones Port of Rico y Robbin’s Nest. De pronto el sonido de un saxo a mi lado me hace abrir los ojos, se trata del saxofonista que horas antes había visto cerca de la estación del Metro, quien se une a la fiesta rindiendo un tributo a su ídolo. Una vez culminado su performance, todos le aplaudimos, se acerca al cuerpo yaciente y musita algunas palabras, para luego retirarse discretramente, seguramente a buscar unas cuantas monedas en el mismo sitio cerca del subterráneo.
Illinois Jacquet, saxofonista tenor y ocasional alto, una de las leyendas del Jazz, nace el 31 de Octubre de 1922, en Boussard, Luisiana. Su nombre de pila es Jean-Baptiste Jacquet, hijo de una aborigen de la etnia Sioux, mientras que su padre, también músico era un french-creole. El apodo Illinois, proviene de la palabra indígena “Illiniwek”, que significa “hombre superior”. En la década de los cuarenta estela rizó en las orquestas de Lionel Hampton, Cab Calloway y Count Basie. Fue una pieza fundamental en el proyecto JATP de Norman Granz, en el que se reunieron los más selectos intérpretes de jazz del momento. Posteriormente formó su propia Big Band.
Jacquet tuvo una extensa carrera de casi seis décadas, en las que compartió escena con los más importantes músicos de jazz de todos los tiempos. Su cuerpo cansado decidió hacer un alto el 22 de Julio de 2004, en la ciudad de Nueva York.
Si existe un Paraíso para los amantes de la música, seguramente algún día allá nos encontraremos. Hasta entonces, Mr. Jacquet.

El Trabuco Venezolano


Por: José Antonio Orellán

El Trabuco Venezolano nace en el año 1977, como fruto de las ideas vanguardistas de su director, Alberto Naranjo. Un proyecto ambicioso e integrador, en el que se reunirían los más reputados músicos del país; tanto académicos, como populares, con un repertorio que rememoraba a las orquestas latinas de los años cuarenta y cincuenta del Siglo XX, pero con arreglos frescos, matizados con pinceladas jazzísticas.
El Trabuco Venezolano fue pensado al margen de la actividad comercial, dando mayor peso a la creatividad y la improvisación de los interpretes, llevando un mensaje musical con una buena dosis intelectual, por eso sus actividades, en principio, se circunscribieron a estudios de grabación, recintos universitarios, museos y teatros; sin embargo ocurrió lo inesperado, los temas grabados comenzaron a sonar con insistencia en las diferentes radio emisoras venezolanas, escalando posiciones importantes en el record report.
Para el momento en que debuta el Trabuco Venezolano, el género Salsa estaba en pleno auge comercial, y los sellos discográficos explotaban el cliché de All Stars , para reuniones esporádicas de sus primeras figuras, bien sea en conciertos o producciones discográficas, un argumento que influyó para que los militantes de la Salsa, huérfanos de una representación local, se arrogaran a El Trabuco Venezolano, como el All Stars venezolano. En algo no se equivocaron, y es que era un auténtico All Stars, eso sí, sin compromiso alguno con etiquetas comerciales, cualquiera fuese la denominación.
El repertorio de El Trabuco Venezolano está basado en composiciones originales, música afro-caribeña y adaptaciones de piezas del repertorio popular venezolano. La sonoridad de la orquesta era completamente distinta a lo que hacían el resto de las agrupaciones del Caribe, con una identidad propia, en la que se plasman las influencias de su líder, Alberto Naranjo, con una audacia que nos permite explorar indistintamente a Ellington, Lewis, Jones, Bartock, Billo, Puente y Larrain, usando como pretexto una añeja guaracha, o un merengue, o un bolero.
Varias generaciones de músicos, de diferente extracción, se unieron para dar vida al Trabuco Venezolano, entre ellos se recuerda a Eduardo Cabrera, José “Cholo” Ortiz, Lucio Caminiti, Samuel Del Real, Rafael “El Gallo” Velásquez, Pablo Armitano, Luis Arias, Lewis Vargas, Gustavo Aranguren, Leopoldo Escalante, Rafael Silva, Roland Briceño, Manolo Freyre, Benjamín Brea, Frank “El Pavo” Hernández, “Cheo” Navarro, Carlos “Nené” Quintero, Jesús “Chú” Quintero, Felipe “Mandingo” Rengifo, Leo Quintero, Carlos Daniel Palacios, Joe Ruiz, Carlos Spósito, Vladimir Lozano, Ricardo Quintero, entre otros.
El Trabuco Venezolano hizo un alto en 1984, cuando su director, Alberto Naranjo, se tomó un receso para dedicarse a proyectos personales, desde entonces la orquesta se ha re-ensamblado para presentaciones ocasionales en 1989, 1991, 1994 y 2005.

Bossa Nova

Por: José Antonio Orellán

Aunque mucho se habla hoy día de globalización, cierto es que la música ha rebasado estos conceptos para alcanzar el calificativo de Universal. Una muestra significativa de lo expuesto es la Bossa Nova, género musical nacido en el gigante del sur: Brasil.
La cultura carioca guarda similitudes con la de muchos de sus vecinos, en cuanto a la mixtura de culturas en la que confluyen raíces europeas (portuguesa en su caso), africanas y las nativas pre-coloniales.
Sin duda alguna, el Mundo se ha maravillado con su fútbol, sus vistosos carnavales y su música popular, representada por el Samba y la Bossa Nova.
La Bossa Nova (Nueva Ola), nace a principios de la década de los 60, es un lenguaje musical mestizo, en el que se entremezclan los ritmos brasileños, con armonías europeas y un tinte del Cool Jazz americano.
El género encontró precursores que venían trabajando en estas fusiones, tanto dentro como fuera de las fronteras de Brasil. Mientras el pianista y arreglista Dick Farney, el vocalista Lucio Alves, entre otros, experimentaban en su país con la fresca brisa de Jazz que soplaba desde la costa oeste de EEUU y el cálido ritmo carioca; en la unión americana, el brasileño Laurindo Almeida - quien trabajara con la orquesta de Stan Kenton -, le mostraba a sus colegas con su guitarra, algunos acordes de la música de su país.
Corría el año de 1953 cuando el saxofonista Bud Shank, el baterista Roy Harte, el bajista Harry Babadin y el propio Almeida en la guitarra, van a los estudios y registran el disco “Laurindo Almeida Quartet”, el cual, si bien es cierto no definía al género, se considera como uno de los pasos mas firmes en su gestación.
Almeida viajó a Brasil y distribuyó el disco entre sus compatriotas, quienes se sintieron atraídos y motivados a continuar explorando.
En 1958 se produce el gran suceso, un joven bahiano de nombre Joao Gilberto, revoluciona lo hasta entonces hecho en música brasilera al introducir una técnica y un juego de acordes con su guitarra, que enriquecían el nuevo híbrido, que además contaba con las composiciones y avanzadas armonías de Antonio Carlos Jobim; así el tema “Chega de Saudade”, se convirtió en un rotundo éxito. El siguiente año, Jobim se une al también compositor Luiz Bonfa para escribir la música incidental de la película “Orfeo Negro”, la cual incluía los temas “Manha de Carnaval” y “Samba de Orfeo”, con lo que la Bossa Nova recibe el impulso necesario para afianzarse en su país.
En 1962, el guitarrista Charlie Byrd regresa a EEUU después de una gira por sudamérica patrocinada por el Departamento de Estado norteamericano, e invita al saxofonista Stan Getz a grabar algunas de las remembranzas musicales de su viaje, el resultado fue el LP “Jazz Samba”, el cual contenía los temas “Desafinado” y “Samba de una Nota”, que pronto captaron la atención del complejo oyente norteamericano, a la postre el disco se convirtió en uno de los álbumes mas vendidos de todos los tiempos, además de recibir el reconocimiento de la crítica con un Grammy.
El éxito comercial en EEUU le abrió a la Bossa Nova las puertas de la internacionalización, pronto artistas de renombre se dejan seducir por el contagiante ritmo: Elvis Presley, Frank Sinatra, Ella Fitzgerald, Sarah Vaughan, Herbie Mann, Zoot Sims, Coleman Hawkins, Eydie Gorme, entre otros. Mientras, en Brasil la Bossa Nova sirve de argumento para mostrar al Mundo una nueva generación de talentos como Astrud Gilberto (“Garota de Ipanema”), Edú Lobo, Baden Powell, Sergio Mendes, Dori Caymmi, Joao Donato, entre otros.
A mediados de los 70, la magia irradiada por la Bossa Nova comenzó a ser eclipsada por un nuevo movimiento proveniente de Salvador de Bahia: la Tropicalía o Tropicalismo; sin embargo, el género no ha muerto, algunos destellos aún perduran y son atesorados por nostálgicos soñadores, a quienes la Bossa Nova les ilumina con sus suaves melodías.

Bud Powell


Por: José Antonio Orellán
El nombre de Bud Powell es sin lugar a dudas uno de los más influyentes a la hora de hablar del piano en el jazz. Una figura emergente durante los años dorados del revolucionario Be Bop, fue él quien en definitiva rompió el paradigma hasta entonces manejado por los pianistas del swing, introduciendo nuevos patrones y fundamentalmente acentuando técnicas y recursos para el uso de la mano izquierda, mientras que con su mano derecha mostraba hábilidades y destrezas basadas en la ejecución de notas simples velozmente.
Bud Powell nace el 27 de Septiembre de 1924, en Nueva York. Su vocación por la música le viene por intermedio de su familia, pues su padre también pianista le estimuló para que hiciera de la música su estilo de vida. Bud Powell encontró en el también pianista Thelonious Monk, la influencia, inspiración, aliento y protección necesaria para desarrollarse en el convulsivo ambiente newyorkino. Más adelante se une a la orquesta de Cootie Williams, con quien trabaja desde 1943 hasta 1945.
Un hecho cruel e infame marca de por vida a Powell, durante una serie de disturbios raciales acaecidos en su ciudad natal en 1944, un policía le captura y le propina una brutal paliza que le envían directo al hospital, con serias lesiones que le ocasionan daños irreversibles. Después de aquella golpiza, Powell comenzó a padecer de severos dolores de cabeza y amnesia temporal por el resto de su corta existencia.
Muy a pesar de su deteriorado estado de salud, Powell continuó tocando y grabando, aunque con cierta frecuencia requería ser recluído en hospitales psiquiatricos. En el períiodo 1947 – 1951, grabó con importantes sellos discográficos como Verve, Blue Note y Roots, para la historia quedaron registrados temas como “Dance of Infidels”, “Hallucinations”, “Un Poco Loco”, “Bouncing With Bud”, y “Tempus Fugit”.
Además de la enfermedad que le provocaran, el genio de Powell fue eclipsado por su conducta autodestructiva, lo cual le aislaba y le hacía perder oportunidades para mostrar cuan talentoso fue.
En 1951 una vez mas es internado en un sanatorio, donde recibe tratamiento de electroschock, contra todo pronóstico una vez más salió y pudo brindar al mundo su arte, lo cual evidenciaron en el Massey Hall Concert (1953).
En 1959 viaja a París, sus días en la Ciudad Luz resultaron una extensión a su atribulada vida, allí logra desplegar su virtuosismo aunque recae y debe regresar al hospital entre 1963 y 1964.
En 1964 regresa a la ciudad que le ve nacer, vuelve a los escenarios y después de unos cuantos conciertos desaparece. E 31 de Julio de 1966, próximo a cumplir 42 años, su cuerpo se da por vencido y su alma toma un destino más certero. Powell dejó un legado invaluable, pues fue él quien descifró los conceptos de Charlie Parker – arquitecto del Be Bop – y los trasladó al lenguaje del piano. Por su profunda huella se le reconoce como uno de los grandes pianistas de todos los tiempos.

Oliver Nelson


Por: José Antonio Orellán


El nombre de Oliver Nelson resalta entre los más importantes arreglistas de la historia del jazz del Siglo XX. Nelson, un distinguido saxofonista quien se alternaba entre el alto y el tenor, ejecutando eventualmente el soprano; no obstante, sus habilidades como instrumentista se vieron eclipsadas por su genio de orquestador.
Oliver Edward Nelson, nace el 4 de Junio de 1932 en San Louis, Missouri. Desde muy temprano se inicia en los estudios de piano, abordando luego el saxofón, donde comenzó a destacar al punto de obtener su primer trabajo a los 15 años (1947) con la Orquesta Jeter-Pillars y la St. Louis Big Band, esta última, una de las agrupaciones más influyentes del ambiente de Chicago y Kansas City.
Nelson se incorpora en 1951 como segundo alto de la Big band del carismático saxofonista Louis Jordan, para luego enrolarse en la Marina, posteriormente se inscribe en la Universidad, donde pasa cuatro años.
Buscando nuevos rumbos, Nelson se traslada a Nueva York, donde conforma por un breve período las orquestas de Erskine Hawkins, Wild Bill Davis y posteriormente Louis Bellson, en la Costa Oeste.
Nelson decide canalizar sus propios proyectos en 1959, grabando con seis formatos pequeños y un Big band; estas grabaciones le proporcionan el reconocimiento en el Mundo del jazz. Es de hacer notar que durante este tiempo colaboró con Quincy Jones por espacio de un año (1960-1961).
Para 1961 Nelson graba el álbum Blues and the Abstract Truth, incluía entre otros, temas de su autoría, además del homónimo al LP, “Stolen Moments”, el cual había grabado previamente con Eddie “Lockjaw” Davis; sin embargo, esta nueva versión logró popularizarse, recibiendo además elogios de la crítica especializada.
Oliver Nelson fue un cotizado arreglista, sin menospreciar sus destrezas como ejecutante del saxo, lo cual realizaba con sorada solvencia. Escribió para los reputados Jimmy Smith, Wes Montgomery y Billy Taylor, entre otros. En 1967, Nelson se muda a Los Ángeles donde trabaja intensamente para los estudios cinematográficos y de TV, una prolífica actividad en la que sobresalen sus composiciones de las bandas sonoras para “Ironside”, “Night Gallery”, “Longstreet” y “The Six Million Dollar Man”; esta última serie, se popularizó en Latinoamérica con el nombre de “El Hombre Nuclear”. Durante este tiempo, tuvo apariciones esporádicas con una Big band y escribió algunos arreglos para jazz y otros proyectos ambiciosos.
La luz de Oliver Nelson se extinguió súbitamente el 27 de Octubre de 1975 en la ciudad de Los Ángeles, California, contaba 43 años de edad, y aún le faltaba mucho que dar; sin embargo la posteridad le reservó un sitial en el templo de los inmortales de la música de todos los tiempos.

Thursday, February 16, 2006

Kenny Dorham


Kenny Dorham
Por: José Antonio Orellán

Uno de los trompetistas fundamentales en la consolidación del Be Bop y el Hard Bop es sin lugar a dudas Kenny Dorham, poseedor de una elegante y sofisticada sonoridad en el instrumento, amén de sus aportes como arreglista, compositor y líder. La poca notoriedad de su nombre entre incipientes melómanos, se debe a que su figura se vió eclipsada por la luz de las estrellas de colegas de su generación como Dizzy Gillespie, Clifford Brown, Fats Navarro, Miles Davis y Lee Morgan.
McKinley Howard Dorham, nombre con el que le registraran sus padres, nació el 30 de Agosto de 1924 en Fairfield, Texas. A la edad de 7 años comenzó a tomar lecciones de piano, para luego en su adolescencia inclinar su preferencia por la trompeta.
En 1942, se une a la Armada, una vez allí muestra sus habilidades como boxeador, logrando incluso ser parte del equipo de boxeo de la institución.
En 1945 se muda a Nueva York y pasa a formar parte de las orquestas de Dizzy Gillespie y del vocalista Billie Eckstine, para el año siguiente graba con el ensamble “Be Bop Boys”, posteriormente trabaja por cortos períodos con las agrupaciones de Lionel Hampton y Mercer Ellington (hijo de Duke Ellington). Para entonces, comienzan a llamarle “Quiet Kenny”, por su sereno temperamento, con el tiempo el apodo se redujo simplemente a Kenny.
Entre 1948 y 1949 despliega su talento en el Quinteto de Charlie Parker, uno de los arquitectos del Be Bop, esta experiencia le hace un músico de cartel, por lo que también trabaja por su cuenta y en modalidad de contratos con diversas agrupaciones. En 1954 se convierte junto a Art Blakey y Horace Silver en fundador de los Jazz Messengers, agrupación que desarrolló un nuevo género, el Hard Bop, y que además se convirtió en semillero de las futuras generaciones de reputados jazzistas. Durante este tiempo de manera paralela lideró la agrupación Jazz Prophets, con quienes llegó a grabar un disco al amparo del sello Blue Note.
En 1956 entra al Quinteto de Max Roach para reemplazar a Clifford Brown, quien murió prematuramente en un absurdo accidente de tránsito, este compromiso le unió a la agrupación hasta 1958. Dorham, de igual manera mantenía sus propias agrupaciones, en las que apadrinó a noveles talentos como Herbie Hancock, Joe Henderson y Kenny Burrel, entre otros.
La década de los 60 las comparte entre los estudios de grabación, giras y sus actividades como docente en Lennox School of Jazz. Dorham se convirtió en un bastión en los inicios de la carrera como solista del saxofonista Joe Henderson, quien por cierto había tocado con él entre 1963 y 1964. Entre otras actividades realizadas por Dorham en el ocaso de su carrera se encuentran sus ensayos como crítico de la revista Down Beat.
En el legado de composiciones de Dorham se cuentan temas como “Blue Bossa”, el cual forma parte del repertorio de clásicos del jazz, a lo que hay que agregar los no menos importantes “Lotus Blossom”, “Lotus Flower”; “Afrodisia”, “Una más”, “Straight Ahead”, entre otras.
El 5 de Diciembre de 1972, motivado a complicaciones por enfermedad renal, a los 48 años, exhaló su último aliento en la ciudad de Nueva York el trompetista, arreglista y compositor Kenny Dorham. Su liderazgo y cálido sonido son referencia obligada para los trompetistas del jazz.

Sonidos del más a-Jazz



¿Qué es Sonidos del más a-Jazz?
Es una iniciativa de difundir valores musicales, tomando como columna vertebral el jazz y sus tendencias, resaltando a los íconos que han dado vida al movimiento jazzístico en el Mundo.


En el año 2003, la idea es materializada a través de un espacio radial, el cual se transmite con una frecuencia semanal de dos (02) horas, a través de la señal de Light 104.7 FM, estación radial ubicada en el estado Aragua - Venezuela. actualmente se emite los Sábados en el horario comprendido entre 8:00 y 10:00 p.m. De la misma manera, surgió la idea de una columna homónima, la cual se publicó en el año 2004, en el desaparecido semanario, "Diario de Noticias".

¿Orígen del nombre?

Muchas personas se nos acercan intrigados por el nombre de nuestro proyecto. "Sonidos del más a-Jazz", pretende ser un puente entre el pasado y el presente, mostrando que la música no tiene fronteras y que trasciende el tiempo.

¿Experiencias previas?

Anterior a "Sonidos del más a-Jazz", estuvimos publicando en la Web Salsa2u, alojada en Freeservers. Aunque la experiencia fue altamente enriquecedora, sentimos que nos estabamos delimitando, y achicando nuestras fronteras, razón por la que retomamos a través de los bloggs.